Imagen obtenida de: http://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/figura-finestra-figura-ventana
Historia inspirada en: http://www.elmundo.es/papel/cultura/2018/04/04/5ac3bfe5ca47413b7a8b45ac.html
La historia se ambienta en un
pequeño pueblo costero de la España del siglo XX, concretamente en Barcelona.
Cerca del puerto, vivía una familia de clase media cuyo hijo, llamado Salvador,
presentaba grandes dotes artísticas desde muy pequeño. La familia adoptó a una
niña, Anna, que desde el primer momento entabló una estrecha relación con él
convirtiéndose mutuamente en la mejor compañía que podían tener.
Pasaron la infancia imaginando
como sería su vida en un futuro, Anna se dedicaba a escribir todas las
historias que vivirían mientras que él las ilustraba, llegando a configurar
todo un libro repleto de diferentes sueños por cumplir con la única condición
de estar siempre juntos. Además, ella se convirtió en la inspiración que
Salvador necesitaba en numerosas ocasiones convirtiéndose así en la protagonista
de muchas de sus obras de arte.
Los años pasaron y llegó el
momento en el que el joven, bajo la presión de sus padres para que tuviera la
oportunidad de tener un futuro dedicado a su pasión, tuvo que marcharse a
Madrid a comenzar sus estudios en Bellas Artes. Esto que en principio debería
haber agradado al chico, trastocó todos los planes que junto a su hermana había
ideado y afectándoles a ambos en gran medida. Desde el momento en el que
recibió la noticia de que su hermano, y a su vez mejor amigo, iba a partir, Anna
estuvo durante una larga temporada, asomándose cada día a la ventana de su
habitación esperando con ansia el momento en el que regresara a casa en uno de
los barcos que pasaban por allí cada mañana.
A pesar del gran dolor que la
chica sintió entonces, fue todavía peor el momento en el que volvió a
encontrarse con su hermano. Este parecía una persona diferente, nada quedaba ya
de aquel niño que era feliz con el simple hecho de estar con Anna. Daba la
sensación de que no había extrañado nada sus orígenes, había compensado todo
aquello que tenía en su niñez, con la fama que sus valiosas obras le habían
otorgado y con el amor de su mujer. La relación con su hermana era mucho más
fría y distante que como fue años atrás, reinaba la indiferencia, algo que con
sus padres incluso se acentuaba llegando a ocasionar conflictos familiares en
más de una ocasión.
Estas circunstancias, sumadas a
otros acontecimientos, inundaron de nostalgia la vida de Anna. La decepción que
sintió tras el reencuentro con su hermano provocó que dejara de hablar de este,
intentando hacer creer al resto que nada había pasado, pero desahogándose a
solas por medio de la escritura. Aquella ventana a través de la cual esperó a
su hermano durante tantos años seguía invitándola a la reflexión, frente a ella
recordaba todo aquello que soñaban de niños, el libro que juntos
construyeron y no podía evitar contrastarlo con la realidad analizando lo
diferente que había sido todo.
Lo que la joven no sabía es que
al final, todos estos sucesos, tendrían una recompensa. Decidió comenzar a
escribir una nueva obra en la que narró la vida de su hermano desde su punto de
vista. Se trataba de una especie de autobiografía, pero enfocada en Salvador,
en la que incluyó con todo detalle cada uno de los momentos que había
compartido con él en la infancia, la añoranza que sintió en su ausencia y la
evolución que tuvo tanto la personalidad, según ella, como la obra del famoso
pintor. Considerando como figura representativa la ventana que siempre le había
inspirado a pensar en él de una forma u otra, Anna decidió ilustrar la portada
de su libro con un retrato que su hermano le hizo, en el que se la puede ver
frente a ella, “Figura en una finestra”.
De este modo, fue como Anna se
convirtió en una famosa escritora y pudo aprovechar de manera positiva lo que
para ella fue su mayor decepción.
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