El
itinerario que he seleccionado para narrar es el trayecto cotidiano que realizo
todos los días de lunes a jueves desde mi casa, localizada en la calle paseo
del zurrón (Barajas). Hasta la facultad de Educación de la UCM, en la cual
realizo mis estudios en el Grado de Pedagogía.
Este
trayecto lo realizo en parte andando y otra parte en metro, cuya duración
comprende entorno a los 48 minutos. Un primer trayecto a pie lo realizo desde
mi casa hasta la parada de metro de Barajas, hasta la cual debo recorrer un
kilómetro, que implicaría alrededor de 10 minutos.
A continuación,
me dispondría a coger el metro, en concreto la línea 8 en la parada de Barajas,
y debo pasar por 5 paradas más (Aeropuerto T1-T2-T3, Feria de Madrid, Mar de
Cristal, Pinar del Rey y Colombia), hasta mi destino final que sería Nuevos
Ministerio. Y dicho trayecto me llevaría una duración de entre 18-20 minutos
dependiendo de la frecuencia de llegada del metro.
Mi
trayecto en esta línea suele ser bastante tranquilo, los vagones no suelen
estar muy concurridos de gente, y casi siempre sueles encontrar un asiento en
ellos hasta su destino final, sin embargo si podemos identificar como paradas
claves en esta línea, ya que de manera cotidiana y repetitiva, suelen bajarse
mucha gente o subirse de ellas, como son las paradas de Colombia, Mar de
Cristal o Feria de Madrid, epicentros de la ciudad donde el tránsito de
ciudadanos es mayor.
Una vez
que he llegado a Nuevos Ministerios, debo coger un segundo metro, esta vez la
línea 6, y lo que me implica un menor tiempo que el primero alrededor de unos 5
o 6 minutos, debido a que debo esperar menos paradas, tan solo dos, Cuatro
Caminos y Guzmán el Bueno, hasta llega a Metropolitano, estación que acaba de
cambiar su nombre hace unos días, y actualmente se llama Vicente Aleixandre.
A pesar
del corto recorrido que realizo en esta línea, la considero mucho más agobiante
que la anterior, ya que el número de pasajeros que se montan es considerable,
de manera que casi nunca hay asientos libres, y casi nunca hay suficientes
espacio ni aire, de tal forma que muchas veces se debe volver a salir para
dejar salir a alguna persona que ha llegado a su destino. Y por supuesto no
podemos dejar de mencionar los empujones correspondientes a la salida o entrada
de un pasajero nuevo.
El
recorrido de esta línea es bastante extenso, las paradas son bastante
numerosas, pero sin embargo en el pequeño recorrido que realizo en ellas, la
tipología de pasajeros es común, personas jóvenes con edades comprendidas entre
20-30 años, que se disponen a clase por las mañanas, cargados con mochilas o
bolsos llenos de apuntes u ordenadores, caras dormidas, y auriculares que te
hacen despertar un poco más.
Y en
último lugar hasta llegar a mi destino final debo salir de la boca del metro y
bajar una pequeña cuesta hasta mi facultad, en la cual me esperan numerosas
mañanas llenas de aprendizajes y apuntes.
Me
gustaría detenerme en los trayectos internos, los subterráneos del metro,
repletos de luz artificial, andenes, gente y escaleras mecánicas. Yo, que no
provengo de esta ciudad por naturaleza, es algo que me fascina, su entramado,
la conexión entre las distintas líneas, para que todo punto de Madrid esté
conectado y comunicado, aunque aparentemente en distancia estén en puntos
opuestos de la ciudad.
Este entramado
de colores, que suele inspirarme la imagen de un hormiguero desde una
perspectiva interna, hace posible que desde una misma localización puedas
dirigirte a orientaciones opuestas en función del metro que cojas.
En
cuanto a su entorno, podemos describirlo como monótono, ya que una vez que te
encuentras dentro de un vagón, las ventanas dejan de mostrar imágenes para
dejar paso a la apreciación de la oscuridad, del paso del túnel, y en el cual
parece que el tiempo se detiene, sin embargo, cada vez que llegas a una nueva
estación es diferente, algunas son más amplias, otras más estrechas, algunas presentan
tiendas en su interior y otras no, etc. Pero hay ciertos elementos comunes, los
pasajeros, siempre, en cada parada, habrá alguna persona que baje o suba del
vagón, y no podemos olvidar por asomo las escaleras mecánicas que permiten la
salida o la entrada a aquel mundo subterráneo que nos aleja de lo natural de lo
exterior, de la ciudad.
Una vez
mencionado el trayecto más largo que realizo de manera cotidiana durante los
días en metro, para finalizar, me gustaría describir el trayecto más breve pero
más atractivo visualmente a la vista, y es el que realizo caminando,
contemplando las calles asfaltadas mojadas por alguna lluvia nocturna, común en
esta época del año, y decoradas con árboles y algún parque que devuelven un
poco de tonalidad verde al gris del asfalto y la contaminación de lo urbano.
El
primer trayecto que realizo a pie, suelo hacerlo sola, y suele ser en
perpendicular a travesando colegios, urbanizaciones y algún que otro parque. Y
el segundo suelo hacerlo acompañada por alguna compañera de clase, como he
mencionado en algún momento anterior suele ser cuesta abajo, y solemos a
travesar algunas residencias de estudiantes, pero sin alejarnos de las
calzadas, el asfalto, los semáforos y los coches interrumpiendo nuestro paso.
Trabajo realizado por: Rosa María Lozano
Camacho
Bibliografía:
-
Imagen 2: https://www.metromadrid.es/es/linea/linea-8
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