Estudiantes:
Montes Tello, Sergio. 09054400-J.
Palacios Mendiola, Mirella. 03202673-S.
Tutoras:
Laviña, Irene.
Riviére, Autora.
Madrid,
15 de Diciembre de 2018.
TAREA 3: TRAYECTOS COTIDIANOS: UNA FORMA DE APRENDER
GEOGRAFÍA.
Esta
tarea se enmarca dentro de la asignatura de Didáctica de las Ciencias Sociales.
La
modalidad de realización de este trabajo es en pareja.
Dicho
trabajo va a seguir un orden de estructura, empezando en primer lugar por el
nombre del recorrido elegido personalmente.
En
segundo lugar, se va a describir dicho itinerario de ruta, analizando la
geografía física y humana que caracteriza al entorno a describir.
En
tercer y último lugar, aparecerá un itinerario cartográfico donde se
visualizará la ruta que se ha descrito anteriormente.
1.
NOMBRE DEL RECORRIDO ELEGIDO.
“Un
camino hacia la sabiduría”.
2.
DESCRIPCIÓN DEL INITINERARIO DE RUTA.
Amanece un día más, una mañana más con el sol entre las
nubes y un cielo tenue y gris. Nos encontramos en la localidad madrileña de
Alcalá de Henares.
Nos disponemos a ponernos en marcha un día más, con una
frenética rutina que supondrá un constante caos en la metrópolis, y cada una de
las personas con un rumbo hacia un lugar concreto, con horarios y sin
distracciones deseadas.
Salimos a la calle y nos topa un aire frío y seco en la
cara, de forma desmesurada y algo incómoda. Como es de imaginar, se aproxima el
tiempo invernal en la ciudad.
Bajando al medio de transporte que nos deriva a la
institución académica donde realizamos nuestros estudios superiores, nos
encontramos con una larga avenida que conduce al sitio descrito.
Se trata de una avenida ancha y de una longitud extensa,
caracterizada de una urbe moderna y con multitud de pisos altos y chalets
independientes. A los extremos de la avenida, se disponen comercios de venta de
objetos y necesidades de uso doméstico, así como gimnasios y sitios de ocio. En
cuanto a la vegetación, es escasa y solo hay abundancia de árboles con hojas
perennes. También, hay un parque con pinos altos y esbeltos.
Durante el trayecto, se observan personas de una franja de
edad adulta que van con sus enseres personales y refugiados en sí mismos a sus
obligaciones personales, totalmente fuera de sí.
También, se observan grupos de mujeres y hombres de una
franja de edad mayor, que van a un paso ligero haciendo actividad física. Como
cada mañana, siempre que nos vemos, nos saludamos afectuosamente.
Cuando la avenida llega a su fin, hay un puente
subterráneo, el cual tenemos que atravesar por debajo de él, ya que por encima
están las vías del tren. Cuando lo atravesamos, se puede observar otro tipo de
estructura de ciudad distinta a la que hemos dejado atrás.
En esta zona, las urbanizaciones se caracterizan por ser
más antiguas, con un ladrillo más oscuro y denota suciedad. También, las calles
son más estrechas, y reina el caos entre el transporte público y los coches
particulares. Los comercios son más convencionales, como la pescadería,
carnicería o frutería del barrio. Aunque hay un punto en común que comparten
ambos barrios: el frenético ritmo de vida de las personas por acudir a sus
obligaciones de forma apresurada.
Después de cruzar unas calles estrechas con portales y
comercios en sus laterales, llegamos a un parking público de amplias
dimensiones. En él, hay multitud de coches particulares estacionados, así como
autobuses de transporte público de la localidad que paran para dejar a gente de
todo tipo de edades y características: estudiantes, padres y madres con sus
hijos e hijas, adultos, etc.
Una vez atravesado eso, llegamos a la estación de trenes
Renfe Cercanías.
Aquí se observa un apoteósico barullo de transeúntes sea
la hora que sea. Tanto personas que vienen de sus trayectos, como personas que
van en búsqueda del tren que deben de coger. Gente de todas las franjas de
edades, corriendo hacia su destino por la imposibilidad de no llegar a tiempo.
Otras y otros detenidos enfrente de pantallas gigantes donde anuncian entradas
y salidas de trenes. En resumen, todo lo que conforma un sinfín de elementos
que nos tienen aturdidos en lo que es una rutina diaria casi mecanizada.
Cuando nos disponemos en coger el tren que nos lleva a
nuestro destino, vamos en búsqueda de un sitio que nos sea agradable para hacer
un viaje cómodo en los cincuenta minutos que nos esperan.
El tren arranca y empieza una aventura visual entretenida
a través de la ventana del tren. Entre las estaciones y los diversos distritos
periféricos, proliferan principalmente zonas industrializadas de sector
secundario y servicios. También, se observan zonas residenciales de chalets y
pisos de varias alturas.
En cada estación que el tren efectúa parada, se puede
observar que en el exterior hay grandes pantallas y paneles informativos, así
como avisos por megafonía ante la llegada de los trenes. La gente se distribuye
por grupos y se conglomera para subir al tren de forma estrepitosa.
Finalmente, cuando el tren llega a las paradas de más
influencia de gente, como es Atocha y Nuevos Ministerios, los pasajeros se
levantan de sus asientos para llegar a los accesos del tren y salir
apresuradamente.
Justamente, en la parada de Nuevos Ministerios finaliza
nuestro viaje, donde nos ponemos en camino hacia otro medio de transporte, en
concreto, el metro que nos lleve a la Facultad de Educación de la Universidad
Complutense de Madrid.
Mientras nos dirigimos de la estación del tren hacia el
metro, se observa multitud de personas de diversas edades y características.
Hay mujeres y hombres de una apariencia física y con vestimenta formal,
personas jóvenes con mochilas que se dirigen a sus centros de estudios,
matrimonios jubilados agarrados de la mano hacia su destino; incluso guardias
de seguridad y vigilancia ciudadana, con un semblante serio que tratan de mantener el control en la zona.
Cada una de las personas van con un propósito distinto a
cada destino que pretenden alcanzar, por unas infraestructuras que son
estrechas, lo que causa grandes interferencias y atasco de personas.
Una vez llegamos a la vía del metro que nos dirige a la
Facultad, es un verdadero bullicio de público. Debido a que solamente una línea
de metro llega a la zona universitaria, en horas puntuales de afluencia, se
forma un gentío de grandes dimensiones.
Realmente, es un espacio común y variado donde se puede
observar la gran multiculturalidad de personas que coexisten en un mismo lugar.
Desde personas de diversas nacionalidades, etnias y costumbres; hasta
diferentes edades. Incluso diversas formas de comportamiento y vestimenta,
hasta olores. Lo que completa un sinfín de diferentes características
personales que es muy enriquecedor ver y aprender.
Una vez llega el metro a la estación, se abren las
puertas y se forma una pasarela de personas que salen del metro, y las que se
juntan con las que intentan meterse a la vez. Una vez dentro, se podría decir
metafóricamente que vamos en el metro como una caja de cerillas.
Debido a que el metro es un medio de transporte público
de dimensiones estrechas, se pueden escuchar multitud de conversaciones, gestos
y ver actitudes de forma no intencionada ajeno a uno mismo.
Finalmente, llegamos a nuestra parada de destino, donde
no solo nosotros, sino la mayoría de personas, se bajan para ir a su destino.
Se podría decir que casi más de la mitad de los transeúntes son de una franja
de edad joven, entre los 18 y 25 años, aunque también hay personas de edad
adulta, incluso mayores.
Cuando salimos de todo el recinto del metro, nos
disponemos a llegar andando a la Facultad, que hay una distancia mínima de 550
metros, aproximadamente 6 minutos andando. Durante ese trayecto, se puede
observar una avenida ancha, caracterizada de residencias mayores de
estudiantes, así como comercios para el ciudadano, como una farmacia o diversos
bares. Todo ello, por una multitud cola de personas que bajamos en dirección a
la Facultad, con un paso rápido.
Para concluir, nuestro destino acaba cuando llegamos a la
Facultad, donde nuestro camino hacia la sabiduría se ha realizado otro día más.
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