PASEO POR MIS LUGARES
Desde hace cuatro años tengo la suerte de poder vivir en un
sitio tan único y mágico como es Madrid, la ciudad que nunca se acuesta. Nací a
unos cuantos kilómetros de aquí, más al norte, en una pequeña ciudad llamada Huesca.
El motivo de mi desplazamiento fue continuar mis estudios académicos, pero sin
duda, Madrid me ha enseñado muchas más cosas de las que nunca podía llegar a
imaginarme. Cuando llegué recuerdo que todo parecía como se veía en la tele; calles
repletas de peatones, aceras con muchos carriles llenas de coches, gente
corriendo con prisas, establecimientos de todos los tipos, o, mejor dicho, personas
de todo tipo. ¿Por qué digo esto? Parece una tontería, pero para alguien de un
sitio pequeño como yo todas estas cosas son como otro mundo paralelo, es como si
el sitio del que venimos o del que somos nos condicionase a lo largo de nuestra
vida en nuestra forma de vivir.
Hoy, tras cuatro años, sigo disfrutando como el primer día
de todas las cosas que esta bella ciudad me ofrece. Camino por sus callejuelas,
paseo por sus luces, me adentro en sus noches y me pierdo en sus distintos
barrios.
Pero, aun así, no hay nada que se pueda comparar a la morriña
de un paisano por su tierra. Estoy escribiendo estas líneas mientras voy en el
tren de camino a casa y me encantaría poder describir con palabras cómo me
siento al saber que en pocas horas estaré allí. Para que podáis llegároslo a
imaginar mejor, voy a intentar describir el entorno físico que me rodea. Huesca
es una pequeña localidad que no llega a los cuarenta mil habitantes, situada en
el norte de España ya pegada a Francia. Vivimos rodeados por los Pirineos y de
pequeños pueblos que en la mayoría de los casos no llegan ni a los cincuenta habitantes.
Se trata de un territorio bastante despoblado pero los que habitan son gente
humilde, campechana y hospitalaria. Una gran parte de la población vive del
sector primario, ya que el oficio del campo y la ganadería son muy comunes.
Como diría José Antonio Labordeta (político aragonés), personaje muy apreciado
por todos nosotros en su Canto a la Libertad:
“Somos igual que nuestra tierra, suaves como la arcilla rudos de roquedal…”. Somos
gente de montaña, por eso siempre que podemos nos acercamos y disfrutamos de
los que tenemos al lado de casa. Cuando nieva el deporte líder es el esquí,
aunque siempre surgen otros más como hacer travesías con raquetas o senderismo.
En verano los deportes más frecuentados son los que se realizan en los
descensos de los ríos o en los pantanos.
Pues bien, creo que ahora ya habiendo explicado mejor el sitio
del que vengo se entiende aún más el impacto que provoca Madrid en mí. El hecho
de que viva tanta gente y de tantos sitios distintos en un mismo punto hace que
este sea un lugar con una diversidad increíble, del que cada día puedes
aprender una cosa nueva y que nunca te va a dejar indiferente. También creo que
esto ofrece mucha libertad al individuo, ya que en su propio desarrollo
personal no estará condicionado por factores como el qué dirán o la impresión
de ser diferente a los demás. Esto último diría que es una de las cosas mejores
con las que me quedo de este cambio. Está claro que no solo Madrid, sino que cualquier
ciudad grande aparte de abrirte más puertas de cara al futuro, también te abre
la mente. A modo de curiosidad, y ya que anteriormente me he ayudado también con
la cita de una canción, para mí en este fragmento del destacado autor madrileño
José Bergamín queda perfectamente definido la esencia de esta ciudad:
Luces vivas sus calles
repartía
poblando la ciudad,
más que de gente,
de destellos de luz
resplandeciente
que el aire
embelesaban de alegría.
El cielo miró arder
desde su abismo,
como un diamante en
negro terciopelo
Madrid, alma encendida
a su espejismo:
Ciudad nocturna en
urna de hielo,
narciso enmascarado de
sí mismo,
y eco, muda de asombro,
el mismo cielo.
Resulta asombroso el cambio que hay entre dos sitios
separados por unos cuantos kilómetros dentro de un mismo país y la manera tan
directa en que nuestro entorno influye en nuestro estilo de vida.
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